domingo, 13 de febrero de 2011

Adios España

España se muere.

No escribo con el sentido del patriotismo de aquellos que ven España como un elemento diferenciador y excluyente. Escribo como alguien que ama su tierra porque sabe el privilegio de vivir en ella.

Este país (como tantos otros) lleva siglos enfermo, una enfermedad que vemos en su historia, en su cultura y en su sociedad.

Si no fuese por los libros, difícil de creer sería que fuimos el único Imperio Global, que teníamos territorios en cada continente y que el sol nunca se ponía en ese imperio. Lejos, muy lejos, queda ese proyecto de Castilla que consiguió unir a los pueblos y expandirse sin limites.

Pero todo auge viene su decadencia, y según se perdían las tierras se iba perdiendo el interés por pertenecer a ese “proyecto”. Y con pasos de gigantes, llegamos a lo que hoy vemos, ese afán de separatismo que sacude el país, y no porque ahora vuelvan a considerarse los pueblos que eran antes de pertenecer a este reino, ese sentimiento nunca lo perdieron, lo que han perdido es el interés por pertenecer a un país que nada nuevo aporta.

Y este es el primer cáncer que nos corroe, ya sea desde Cataluña o el Pais Vasco pidiendo a gritos su independencia respaldados por su historia y su potencia industrial; o Galicia y Andalucía, a las que sentirme los desechos de este país les crea el mismo sentimiento.


La metástasis llega al pueblo. Un pueblo que vive de pan y circo, que se acomoda en lo que le dan y que deja pasar el tiempo esperando que una solución arregle sus vivas, una solución que ya encontrara otro.

Una invasión de las células cancerígenas que parece no tener remedio, porque nos infecta de pies a cabeza borrando nuestro interés por la historia, la poesía, la filosofía, la música o el arte. Nos induce a un coma de la razón que nos somete a un letargo de incultura.

No quedan caballeros hábiles con la espada, los versos y la razón; ahora son autómatas que apuntan y disparan. No quedan esclavos ni trabajadores que miren su miseria y levanten sus puños para cambiar su suerte; ahora se afilian a sindicatos y viven de las limosnas del sistema. No quedan escritores, poetas o filósofos; ahora cuesta distinguir entre “haber” y “a ver”, la métrica es una desconocida, y a Nietzsche se recuerda porque “entra” en selectividad.

No queda amor.

No queda juventud.

No queda verdad.

No quedan sueños.

No queda vida.


Sin duda (para mí) esta enfermedad que trae la decadencia de la historia y el letargo de la razón, tiene unos focos fáciles de encontrar.

Primero, un sistema que se nutre y se hace fuerte con la indiferencia y el desconocimiento de la sociedad. Aunque pocas fuerzas pueden quedar a un pueblo que ansiaba esta Democracia, y que a descubierto que poco de diferente tiene con el Capitalismo contra el que lucho.

Y por fin, la Religión, que no solo extiende el cáncer, si no que además deja sin defensas al sistema inmune. Culpable de las mayores atrocidades en este mundo.

Bendito sea el Señor que camino entre nosotros plantando bondad y amor. Bendito el Señor que alimenta las esperanzas de los que no ven un mañana, de nuestros mayores que necesitan a que aferrarse antes de acabar sus días, de los que encuentran un apoyo para levantarse cada mañana, y de los que hacen el bien en su nombre.

Maldito los que en su nombre se enriquecen, que azotan las mentes con leyes divinas basadas en el miedo, que fanatizan al hombre, que provocan enfrentamientos eternos, y que han provocado la decadencia de cada imperio evitando la convivencia de culturas e incitando al individualismo.

España se muere. Pero no mueras con ella.

La historia solo es el pasado que nos puede ayudar a mejorar el futuro.

La incultura se puede combatir.

la sociedad no cambia y la religión no desaparece, cambia tu y alégate de sus templos.


Da todo tu amor, no dejes que te arrebaten la juventud, que no callen tu verdad, persigue tus sueños y recupera la vida.

lunes, 24 de enero de 2011

¿cómo buscar temas, mi musa?

    ¿Cómo buscar temas, mi musa,
    Mientras tú alientas, que a mi verso infundes
    Tu dulce inspiración, harto preciosa
    Para exponerla en un papel grosero?
    Agradécete a ti, si algo de mi obra
    Digno de leerse encuentra tu mirada:
    ¿Quién tan mudo será que no te escriba
    Cuando tu luz aclara lo que inventa?

    Sé la décima musa y sé diez veces
    Mejor que las antiguas invocadas,
    Y otorga a quien te invoque eternos versos
    Que sobrevivan a lejanos siglos.

    Si al futuro censor mi musa encanta,

Mía será la pena y tuyo el lauro.

Shakespeare

domingo, 16 de enero de 2011

Canas

El reflejo me engañó, la distancia con el espejo no me dejaba averiguar que brillaba en mi cabeza y que no se desprendía de ella al sacudirme el pelo con la mano.

Era una cana.

Una entre tantas que fui descubriendo mientras me acercaba a mi reflejo.

Salía del baño, y ya por el pasillo pensaba como pasaba el tiempo. Por supuesto, no me planteaba que es la vida – cuantos autores se removerían en su tumba si siquiera lo hubiese intentado -, sólo como el tiempo se va y no vuelve.

Quise bajar de mi piso caminando hacia atrás, sentarme en mi coche y colocar la palanca de cambios en la posición R, y acelerar. Quería empezar a marchar hacia atrás, para volver a mi calle y reencontrarme con mi furia aparcado en la puerta de casa. Pero no pare allí, volví a sentarme en aquellos oscuros asientos, y mientras recuerdos de cada kilometro de felicidad me acompañaban, mi retroceso en el tiempo me hacia mas joven y me llevaba hasta las calles del mesón. Mire mi moto, me senté en ella y al arrancarla volví a escuchar ese sonido que tantos debían odiar cuando caía la noche. Con ella continúe mi camino – mi inverso camino – hasta que esas dos ruedas necesitaban del impulso de mis pies para poder moverse, pero no importaba el esfuerzo, éramos los dueños de la calle. Pero esa calle aun me llevaba más atrás, a otra mas estrechas y empinadas, con todas esas escaleras que subían a las callejas. Y allí estaba, en mi primer hogar, con mis ojos de niño. Unos ojos que podían mirar en la dirección que habían llegado y verme sentado golpeando estas teclas.

Y mirándome a mis propios ojos seguía sin plantearme que es la vida, solo como la he vivido y como vivir todo lo que me queda.

El como vivir me lo planteo cada día, pero eso si, sin olvidar vivir ese mismo día. El como viví, o mejor aun, el como quise vivir, si que me hizo pensar. Pensar y darme cuenta de cómo va cambiando esa forma de la que quieres vivir.
Durante un maravilloso tiempo mis preocupaciones eran que el reloj márquese las 14:00 para poder irme a casa, que mi canica entre en el hoyo para llevármelas todas, o conseguir la estampita que me falta del Madrid – lo mejor era conseguir un fichaje y pegarlo solo sobre el filito para poder seguir viendo la de abajo -. Luego se va ampliando el mundo, te importa la bici y los amigos, después la moto y las chicas, y mientras tanto, si la curiosidad se presenta, vas creyendo que puedes cambiar ese mundo.
El tiempo no para, y mientras intentaba revolucionar como el Che, pintar las paredes como el Sex o que me respetaran como al Padrino, los pasos me traían hasta donde hoy estoy. Y aunque ahora sienta que las palabras pueden cambiar mas que las balas, que el arte seguirá en mi aunque los demás no lo puedan ver o que prefiera ser el Coronel Frank Slade – Al Pacino en “esencia de mujer” – a Vito Corleone; no todo se ha quedado en el camino, pues lo que quise ser y lo que fui, son los cimientos de lo que hoy soy.

Al fin y al cabo, no está tan mal tener canas, tengo menos posibilidades de quedarme calvo.